viernes, 8 de septiembre de 2017

AGITACIÓN POR AMAMANTAMIENTO

    En ocasiones, cuando la LACTANCIA MATERNA se prolonga más allá de los socialmente estipulado, los comentarios fuera de lugar y fuera de argumentos demostrados que los sostengan, emitidos por opinólog@s de tu entorno más cercano e incluso fuera de tu entorno, invaden tu espacio y modifican tu bienestar personal (tanto físico como emocial), un ejemplo claro sería cuando consiguen que te cubras o que seas "algo más discreta" para dar el mamar a tu bebé porque estás enseñando el pecho porque "eso no está bonito", y incluso hacen que aparezcan en tí, sentimientos algo contradictorios con respecto a vuestra propia decisión sobre la forma en la que vais a respetar los derechos y necesidades de vuestro hijo.

    Pues bien, la situación anterior descrita, unida a la inclusión de la mujer a la vida laboral, sin respetar sus funciones vitales cuando da a luz (baja por maternidad, baja por lactancia,...), el estrés provocado por los roles que se le asignan a la mujer; trabajadora, madre, ama de casa, ¡vamos un todoterreno!...

   Incluso a esas mujeres que previamente se han formado, o están informadas, de todo lo referente a la maternidad, sobre lactancia materna (si esa es la opción que han elegido para alimentar a sus bebés), crianza de sus niños...y un largo etc... inluso en aquellas que están EMPODERADAS, aparece ese sentimiento llamado AGITACIÓN POR AMAMANTAMIENTO.


    "No sabía a qué se referían, las expertas de lactancia o las mamás (que ya sabían de lo que hablaban), cada vez que decían, ¡eso es AGITACIÓN POR AMAMANTAMIENTO!

     Pensaba que a mí eso no me estaba pasando, o eso creía.

    Llevaba ya unas semanas que durante la noche, cuando J. (22 meses) me pedía con la voz de penita…TETAAAAA, TETAAAAA, aparecía en mí un sentimiento muy extraño, de querer hacerme la sorda, creer que me pedía teta en sueños y así poder seguir durmiendo.

    Pero no era un sueño, era mi peque llorando y pidiéndome que me sentase en la cama para darle su toma.

    Sin ganas, la colocaba en mi regazo y ella sin más se servía. Bueno, sin ganas no, más bien eran ganas de gritarle, de decirle que ¡NO!, de arrancármela de mí, que alguien se la llevase, no quería que siguiese mamando, que alterase mi descanso, pero a la vez sentía que no podía negarle ese derecho a tener el contacto con su madre, negarle lo mejor que puedo ofrecerle, mi alimento, mi calor, la seguridad de sentirse a salvo y que siempre voy a estar ahí, la tranquilidad de estar cerca de mamá. 
    
    Pero era superior a mis fuerzas, no podía negar esa extraña y horrible sensación que estaba haciéndome plantear el abandono de la lactancia.

    Nunca me había pasado, H., mi mayor, estuvo mamando hasta los 19 meses (no se prolongó por otro caso al que ya haré mención), 3 de los últimos ya estaba embarazada de J., y nunca tuve ese sentimiento ni me planteé abandonar la lactancia.

    Había escuchado de amigas, también con lactancia prolongada, el sentimiento de llegar a odiar a su bebé,  de querer arrancárselo del pecho, la necesidad de gritarle,… y se referían a esto como AGITACIÓN, con lo que yo no me sentía identificada porque para mí, ese sentimiento era más fuerte que el que yo estaba experimentando.


    Aún así, iba a más la sensación de culpabilidad por estar sintiendo aquello y querer alejar a J. de mí.

   Hasta que otro día, en una conversación con mis compañeras de porteo, decidí desahogarme, y les conté cómo me estaba sintiendo, lo que me ocurría y en lo que no quería que desencadenase.
Y mi amiga, médico, Asesora de Porteo e IBCLC Carmen Vega, me dice de forma muy dulce: “Cariño, eso es Agitación”, y recordé todo lo que había escuchado de otras mamás y más culpable aún me sentí por no ser capaz o no querer reconocer que a mí me estaba pasando lo mismo que a las demás, no estaba siendo sincera conmigo misma.

     Sólo me ocurría en las tomas nocturnas, o cuando estábamos en una reunión con familiares o amigos que no compartían nuestra forma de llevar la lactancia, es decir, que fuese a DEMANDA, hasta que ambas decidiéramos lo contrario.

    Siempre me dio igual lo que pensasen quienes tenían algo que objetar, opinólogos y demás, que en lugar de dar un consejo, daban su opinión al respecto, haciéndote más daño aún. Pero ya llevaba una temporada que sí que me afectaban estos comentarios.

    El estrés y el cansancio también ayudaban a sentirme de aquella forma, e incluso plantearme como dije antes abandonar lo que para mi peque era vital, para mi se estaba convirtiendo en una obligación , que incluso mi marido cuando me  veía en las noches, lo mal que me sentaba que J. me reclamase, me preguntaba, ¿por qué no le quitas el pecho? Y aún más culpable me sentía, no quería que me dijese lo que quizás mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos, ¡UN DESTETE!, ¿Obligado? Me negaba, no estaba preparada para eso, no después de pasar por la experiencia de tener que retirárselo a H., por un mal consejo, no quería sentir lo que aquella vez tuvimos que sentir yo y no hacer sentir a J., lo que H. tuvo que sentir, aquello fue lo peor para los dos, y no quería, no estaba lista para volver a sentir lo mismo.

   En estos momentos, el estar en contacto con mamás en las mismas circunstancias que tú, ayuda bastante a no sentirte sola, o diferente y por ello sentirse mal y agravar el sentimiento."


  • Hablar sobre tus sentimientos, sean buenas o malas sensaciones, con otras mamás que se encuentran en tu misma situación.
  • Intentar disminuir las tomas nocturnas, ayudarán a llevarlo mejor.
  • Pedir a tus familiares, que cuiden de tus hijos cuando te encuentras mal, hará que respires un poco. Y no por ello serás peor madre.
  • Pensar de forma detenida sopesando los pros y los contras y escuchando realmente lo que tú quieres, si deseas un destete o seguir con la lactancia.
  • Si decides seguir, intenta mantenerte distraía con un libro o música, mientras estás amamantando.  
  • Portear ayuda a eliminar ese estado de ansiedad del pequeño, sustituyendo la toma por el contacto constante de la mama. Anímate y pruébalo.


    Esperamos que este testimonio, y estos últimos consejos os ayuden, a conoceros mejor y poder ponerle nombre y solución a lo que nos ocurre.

    Si necesitas ayuda, puedes ponerte en contacto con nosotras.


FELIZ LACTANCIA

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